“No siempre podemos hacer grandes cosas, pero sí podemos hacer cosas pequeñas con gran amor.”
(Santa Teresa de Calcuta)
EL AMOR NO PASARÁ JAMÁS
Dice la Carta del Apóstol San Pablo a los Corintios que “si no tengo amor, nada soy” (Cor 13, 2).
El amor es una palabra corta, pero larga en significado. El amor es paciente; está lleno de ternura, tranquilidad, perseverancia y excelencia. También es servicial; Jesús siendo Dios se hizo siervo, siendo servir darle al otro lo que más le sirve. No es envidioso; no compara, no critica, ni compite; sino que es todo caridad. Tampoco es presumido ni busca gloria, sino que goza de belleza inefable por su humildad y discreción. El amor no es vanidoso; está libre de presunción. Es generoso y agradecido. No se irrita ni disgusta, ni lleva cuenta del mal; sino que se traduce en perdón y misericordia. No se alegra por la injusticia; sino con la verdad; porque el amor en sí mismo es hallazgo de verdad: en la propia persona, en otra y en Dios.
El amor lo cree todo, lo espera todo y lo aguanta todo. Es valiente y luchador. No hay nada imposible para el amor. “Todo lo puedo en Aquel que me conforta” (Filip.4:13) En nuestra debilidad, en nuestros miedos, en nuestras dificultades: el amor todo lo vence.
El verdadero amor, el que viene de Dios, no acaba nunca. No es efímero, fugaz, pasajero, tornadizo y falaz, como es la carne y lo material, sino que se apoya en la verdad, que viene de Dios y lleva hasta Dios, entonces es duradero, firme, fiel, creciente, arrebatador, creativo, siempre antiguo y siempre nuevo.
Vivir con y como Jesús es vivir con amor. Amar sin medida ni condición. Y quien vive amando deja huella en los demás, la huella del amor de Dios.
Seamos cristianos que aman, y demos gracias por aquéllos y aquéllas que son fiel reflejo del amor.
En memoria de Ana Cristina.